sábado, 17 de abril de 2021

De "Majitus"


 Mi hermano, Abelardo Gil, “Majitus”, me envía –desde Connecticut–  su siguiente anécdota:
                                           ...
Infraganti
Cuando llegué a los Estados Juntos se me  venció el permiso para estar en este país, convirtíéndome en indocumentado; sin posibilidad de manejar ningûn vehículo, asunto bastante esencial por estos lares.
Un amigo en Colombia me dijo: “Hombte, ‘Majitus’, yo te consigo –de manera legal– una licencia internacional..., con ella puedes manejar por todo los yores y los mayamis”.
Acepté. Le remití el dinero, y dos meses después me llegó el anhelado documento.
Lo metí en la guantera del carro, de tal modo que así pude conducir por muchos años sin ningún problema.
Un día iba con mi esposa para el trabajo, al ver el semáforo en amarillo le dije: “Creo que me da tiempo de avanzar”...
Así lo hice, pero... cuando estaba pasando, la luz cambió a roja; sin percatarme de que justo detrás de mi carro venía una patrulla, el agente que la manejaba –una hermosa dama– prendió las luces, y... me hizo orillar.
Con mucha tranquilidad le entregué los documentos del vehículo, junto con mi licencia internacional.
La agente de tránsito se fue hacia su patrulla; mi señora y yo observamos por el retrovisor que ella se reía a carcajadas, lo que nos extrañó mucho.
Al rato volvió a nuestro carro, y –en perfecto “inglispiquinglis”– me dijo:
—Señor Gil, son 135 dólares de multa por pasarse el semáforo en rojo; y, por favor, ¡cambie su licencia que ya tiene más de cinco años de vencida!
                                            ...
Fui muy afortunado... Quizá la chica policía notó en mí tanta belleza y se compadeció, porque otra se lleva el carro a los patios, y me impone una multa más alta...; que hubiera sido lo lógico por no tener renovada mi licencia.

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