sábado, 17 de abril de 2021
Precebilidad, ¿o previsibilidad?
"Hoy queremos proponerle al país una Constituyente, donde podamos reformar la Justicia. Una Corte única, que permita ‘precebilidad’ (sic) al sistema". Paloma Valencia
Aunque el término correcto es 'previsibilidad': «La certeza del ciudadano a 'prever' las consecuencias jurídicas de sus actos; facultándole juzgar por sí mismo cuál será el éxito de su libertad», lo que en verdad anhela la senadora del Centro Democrático –con su séquito de aduladores del innombrable– es tener una Corte de bolsillo, para manejarla a su amaño.
Con esa Nueva Constituyente se pretende lograr en ella el trámite de dos polémicas propuestas del uribismo: la creación de una Corte única, que implica suprimir la Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado; y –de paso– hacer trizas la JEP.
Con los corruptos siendo mayoría en el Gobierno y en el Congreso sería lo más desastroso para Colombia y para la Justicia misma.
Quieren tener todo a su servicio para detentar el poder con “decretos de emergencia”, y para engavetar investigaciones; beneficiando con impunidad a su “mesías”, y a sus áulicos.
El poder judicial en un solo organismo fortalecería a los delicuentes de cuello blanco y a los prepotentes, de tal forma que el uribismo –para utilizar un término de moda– se 'reinvente'.
Ya Duque ‘cuerpo ajeno’ y su ministra de Justicia, Margarita Cabello Blanco, iniciaron conversaciones privadas para la creación de esa tal ‘supercorte’, sin pasar por ningún filtro jurídico.
Luego vendrán por el poder legislativo, al estilo del dictador Pinochet (todo por ley presidencial), y el pueblo de rodillas y a su servicio.
¡Ojalá esto nunca suceda!
Difundamos, para que se sepan qué torcidos hay detrás de semejante iniciativa.
Breve e irrefutable "recorderis"
Me preguntan desde una asociación de educadores, con sede en Cali:
“Amigo Óscar, hay en nuestro grupo personas que defienden a ultranza a Uribe; y comentan que él fortaleció el Sena. Tú que fuiste instructor y directivo en esa entidad, ¿tienes información acerca de en qué benefició a esa institución?”.
Respuesta inmediata:
¡Falso, de toda falsedad!...
No porque yo sea antiuribista, pero la verdad –por conocimiento de causa– fue... todo lo contrario:
* Primero: Siempre quiso privatizar la entidad, demagógica e hipócritamente denominada por él: “La niña de sus ojos”. Pero… no pudo por la fuerza sindical, y por las protestas pacíficas de aprendices e instructores.
* Segundo: Cuando Uribe llegó al poder, en el 2002, estranguló de manera drástica el presupuesto para el 2003. La recuperación presupuestal se logró –por entero– gracias a una intensa lucha mediante la alianza de trabajadores y aprendices, con un alto costo de detenciones, contusos, heridos, procesos disciplinarios y despidos.
* Tercero: El aprendizaje funcionaba con alumnos que cursaban año y medio el estudio de sus especialidades profesionales en el Sena, y luego laboraban año y medio en las empresas de sus patrocinadores; devengando de ellas (durante esos tres años) un salario inicial del 50%, incrementado –gradualmente, y con un buen poder adquisitivo– hasta nivelar el salario establecido para los trabajadores, según el oficio para el que hubiesen sido capacitados. Y con la posibilidad de seguir enganchados a las nóminas de las empresas.
Y... viene este ilegítimo “Mesías” a desestimular el aprendizaje a cambio de implementar los cursos relámpago de dos horas diarias por trimestres (no más de 150 horas, c/u.). Con el agravante de certificar y registrar esos minicursos como si se trataran del tradicional aprendizaje, “incrementando” –con ese sofisma de distracción– dizque la oferta y la demanda; pero... desvirtuando la realidad al manipular y difundir estadísticas falsas, según las cuales el Sena atendía –durante su mandato– “millonadas de aprendices”; cuando esas cifras, alteradas, no eran más que cursillos acelerados e improductivos.
Y esa modalidad –en ‘cuerpo ajeno’– persiste en lo que va corrido del gobierno de Duque.
* Cuarto: Autorizó a las empresas a rebajar la remuneración del Contrato de Aprendizaje establecida para los diferentes oficios. Hoy solo les reconocen el 50% del salario mínimo, en la etapa lectiva; y el 75, en la productiva.
* Quinto: Por si fuera poco, no podían faltar los actos de corrupción, de los que surgieron varios escándalos. Por citar solo dos: 1. Durante la administración de Alfonso Prada se descubrió un contrato leonino entre el Sena y la empresa de mensajería 4/72 (esto es, entre el gerente del Sena, Prada, y la gerente de 4/72; nadie más ni nadie menos que Adriana M.ª Barragán López –hoy subgerente en la compra de predios para el metro de Bogotá– esposa del defraudador Prada). 2. Elefantes blancos en la construcción de trece (13) edificios en diferentes ciudades del país (más de 350.000’ millones de pesos en obras negras abandonadas; solo en el proyectado para Bogotá, 29.000’ millones), y... ¡sin empezar a construirlos. Debo advertir que Prada (el de-preda-dor) fungió como director en épocas de Santos, pero eso no cambia las cosas: en ese gobierno también se tergiversaron las estadísticas y el maltrato a la entidad, heredados del uribismo.
Y la flor de la cereza: el Gobierno uribista, con su política retrógrada, pretende e insiste en “hacer trizas el Sena”.
¡Tal es el legado que Uribe le dejó a la institución más querida y recordada por todos los colombianos!
¡Tremenda defecada!...
Por la década de los años 80, cuando era presidente del Sindicato de Empleados Públicos del Sena Sindesena, regional del Valle, enfrentábamos una feroz persecución sindical sin precedentes.
Entre muchas otras irregularidades, el presidente nacional de Sindesena, compañero Javier Andrade, quien trabajaba en la regional desempeñando el cargo de Asesor de Desarrollo Social, venía siendo perseguido por la administración de la entidad solo por su liderazgo: Lo tenían azotado con traslados a recónditos pueblos y veredas del departamento; movimientos a todas luces innecesarios, con la soterrada y única intención de cansarlo y aburrirlo para que renunciara.
Con el ánimo de reforzar la defensa de Javier, pedimos apoyo al representante de la Confederación de Trabajadores de Colombia CTC, ante el Consejo Directivo del SENA.
En una reunión de Junta Directiva del Sindicato, el abogado de la CTC pronunció –expresándonos el respaldo irrestricto para el compañero emproblemado– el siguiente comentario:
“Yo –conociendo la problemática que ustedes me plantearon– me preparé muy bien para defender al compañero Andrade ante el Consejo, y… ¡me he hecho una 'deposición' la berraca sobre Javier, que ustedes ni se la imaginan!”.
Todos nos miramos, muy sorprendidos; y cuando el hombre se retiró, nosotros –en medio de carcajadas– lo criticamos: “¡Qué señor tan ignorante, cómo va a decir que 'se cagó' sobre el pobre Javier Andrade!”.
...
Solo después de cinco años descubrí que ‘deposición’ –aparte de defecar– también significa “hacer una exposición o declaración de algo”.
De modo que quienes la defecamos fuimos los integrantes de la Junta Directiva del Sindicato, por prejuzgar al dirigente sindical.
Y de las 20 personas que nos encontrábamos reunidas ese día, a unas 15 les hice caer en la cuenta el error en que incurrimos; pero… ¡ninguna conocía esta curiosidad del lenguaje!
Soñé un desayuno paisa
He despertado de un dulce sueño,
Hasta babeada quedó la almohada
Porque soñé con arepa asada
Y un desayuno muy antioqueño.
Sobre la arepa, la mantequilla
Con queso fresco, hecho en oriente,
Y en una paila grande y caliente
Un chicharrón, chorizo y morcilla.
Mientras el chocolate borbolla
De la fritura, solo un poquito,
Se hecha el aceite para el sofrito
Compuesto de tomate y cebolla.
En el hogao* que se hizo aparte
Revuelven huevos y hacen perico*,
Para que todo sea más rico
Falta la principal obra de arte.
A los fríjoles del día anterior
Se les agrega el arroz pegado,
Así se hace un recalentado,
La misma grasa le da sabor.
Y cuando todo está en su lugar
Me zampo eso con mucho empeño
Porque un desayuno antioqueño
Sin duda alguna es todo un manjar.
Al despertar me encuentro en España
Mordisqueando mi triste almohada,
No hay calentado ni arepa asada
Ni la fragancia de mi montaña.
* Hogao: Salsa resultante de sofreír –en aceite– el tomate y la cebolla.
* Perico: Así se les llama a los huevos revueltos en Antioquia.
Édwin Giraldo, “Radio Loco”
Trovador locombiano